De este lado del mundo vivimos bajo el paradigma materialista, ese que nos motiva a querer tener más cosas para sentirnos “superiores” y que concibe el éxito personal a través de la acumulación de dinero y cosas.
Sin embargo, este modelo no ha respondido a una necesidad más humana y profunda de conexión con uno mismo, con la naturaleza y con otros individuos. Dejándonos vacíos y agotados por una competencia sin sentido que busca cumplir “estándares” y acumular bienes materiales.
En ese sentido, existen otras visiones más espirituales que reconocen la necesidad que tenemos los humanos de trascender más allá de lo material. De vivir “despiertos” y atentos a nuestros actos. De practicar una vida en la que cada persona sea consciente que sus acciones, decisiones y expresiones tienen impacto sobre su propia vida y la de quienes la rodean.
1. Vivimos en sociedad y nuestros actos nos impactan a nosotros y aquellos que están a nuestro alrededor.
2. Ser consciente significa reconocer que lo que pensamos, decimos y hacemos, invariablemente, tendrá consecuencias en nuestras propias vidas y en la de otros.
3. Cada uno de nosotros representamos una parte de un tejido o de una red más amplia que se traduce en la familia, la sociedad, el país y nuestro mundo.
4. Todos estamos interrelacionados por finas líneas que se unen en algún punto.
5 . El mundo y nuestro país no serán mejores lugares para vivir hasta que no trascendamos esa visión consumista y materialista que nos mantiene en el individualismo desinteresado.
6. Debemos buscar el equilibrio en nuestras vidas personales inicialmente. Es decir una convivencia natural y equilibrada entre el mundo que nos ha tocado vivir y esa parte profunda y espiritual que nos conecta con todo.