Una de mis creencias o marco de personalidad es que me considero “una alumna de la vida de tiempo completo”. Esta auto declaración me ofrece tres beneficios:
- Mantener a “Doña Perfecta” a raya. Ella es la Nadina adulta que cree que lo sabe todo porque ya vivió suficiente, es antipática y tiene muy poca paciencia. Ella es parte de mi, y me ayuda para que recuerde mi valor como persona, cuanto camino he recorrido y es quien me empuja a pararme frente a la vida con seguridad y confianza. Pero debo calibrarla constantemente porque la perfección no es real en el humano.
- Conectar, desde la curiosidad, con los más jóvenes. Siempre aprendo de ellos, y al acercarme desde ese espacio puedo escuchar y conversar con mayor facilidad.
- Aprender constantemente. Actitud que mantiene a mi mente ágil, creyendo que siempre hay más de dos caminos para resolver cualquier problema o situación. Por mucho tiempo mantuve una actitud negativa y de desgano, pero mi amor por el conocimiento ganó la batalla.
Y con esa actitud de estudiante permanente me topé con el libro “The mind-gut connection” / “Pensar con el estómago” del gastroenterologo estadounidense Emeran Mayer, un científico que lleva más de 30 años estudiando la conexión entre la mente y el estómago y cómo esta afecta nuestra salud emocional y física.
Sentir con el estómago
El estómago ha sido denominado el “segundo cerebro” porque posee su propio sistema nervioso con más de 100 millones de células nerviosas, además en él se encuentra la mayoría de células que componen al sistema imunológico; también se produce la mayor cantidad de serotonina, una molécula que juega un rol crucial en la comunicación entre el estómago y el cerebro; así como en funciones vitales como el sueño, el apetito, la sensibilidad al dolor, el estado anímico y la sensación de bienestar.
Somos un Sistema Natural de Comunicaciones y el vínculo mente-cuerpo-emociones ofrece múltiples formas para conectar con nosotras mismas y con los demás. Es momento de abrazar esta sabiduría interior para que nos facilite transitar los desafíos presentes.
En el mundo científico las llaman “células de la intuición”. Unas 28 mil aparecen en el cerebro algunas semanas antes del nacimiento y en la edad adulta se generan hasta 193 mil células de este tipo.
Mayer explica, en su libro, que las personas tenemos un elemento que nos hace particularmente humanos y que se encuentra en el cerebro en la parte prefrontal de la Insula (foto), asociada con una clase de células que no se encuentran en otras especies excepto en algunos simios, elefantes, delfines y ballenas. Estas células fueron nombradas “Neuronas Von Economo” o VENs (siglas en inglés) en honor al científico que las descubrió en 1925. Emeran las describe como “grandes, gruesas y fuertemente conectadas” características que nos permiten realizar juicios rápidos e intuitivos.
En el mundo científico las llaman “células de la intuición”. Unas 28 mil aparecen en el cerebro algunas semanas antes del nacimiento y en la edad adulta se generan hasta 193 mil células de este tipo. Son más numerosas en el hemisferio derecho y contienen serotonina, que se almacena principalmente en el estómago, así como receptores de químicos cerebrales relacionados con los vínculos sociales, las expectativas de premios bajo condiciones de incertidumbre y la capacidad para detectar el peligro.
Células de la Intuición y las sensaciones en el estómago
Cuando tomamos decisiones rápidas la parte frontal de la Insula, donde residen las células de la intuición o VENs, se activa. Esta área se acelera cuando sentimos dolor, miedo, nauseas y otras emociones sociales, también cuando pensamos que algo es divertido. Si reflexionamos un momento acerca del área de nuestro cuerpo en donde experimentamos el miedo o las náuseas o esa sensación de “dolor rico” en el estómago cuando nos reímos mucho, es fácil darnos cuenta de esta conexión entre las VENs -ubicadas en el cerebro- y el estómago, en este último, precisamente, es dónde sentimos estas emociones.
Estamos aprendiendo a vernos como seres con grandes potencialidades de recuperación y de cambio. Sin duda este es un tiempo en el que, a pesar de las dificultades, vale la pena cultivar y acrecentar la esperanza.
Durante mucho tiempo he confiado en mi intuición, por supuesto que matizada con reflexión y análisis. En mi búsqueda por comprender este mecanismo intuitivo, que me parece poderoso, leí muchos libros que hacían referencia a esta capacidad humana, pero fue hasta descubrir “Pensar con el estómago” que confirmé que la intuición no es un asunto imaginario o que solo puede ser utilizado por las mujeres.
Aún hay mucho que conocer acerca de lo maravilloso que es nuestro cuerpo humano, así como las posibilidades de desarrollo que nos ofrece la conexión mente-cuerpo-emociones. La ventaja es que hoy tenemos a nuestra disposición información científica fácil de comprender y practicar; y quizás lo más importante es que estamos aprendiendo a vernos como seres con grandes potencialidades de recuperación y de cambio. Sin duda este es un tiempo en el que, a pesar de las dificultades, vale la pena cultivar y acrecentar la esperanza.