La comunicación fue para mi, durante mucho tiempo, una profesión en la que enseñaba a otros como trasladar la información que era relevante para ellos. Pero fue hasta que comprendí que los humanos estamos conectados en un sistema natural de comunicación: mente-cuerpo-emociones, que abrí un universo de posibilidades en el que entre más profundizaba más entendía cómo, esta actividad, puede convertirse en un acto que sana nuestras relaciones, aún las más complejas y complicadas.

En Programación Neurolingüística,PNL, y Neurosemántica aprendí cómo los pensamientos repetitivos convertidos en creencias controlan, en buena medida, la forma en cómo experimentamos la realidad. La mente es poderosa y poco sabemos cómo cuidarla, entrenarla y ponerla a nuestro servicio. Por otro lado, las emociones son poco observadas, y tampoco entendemos cómo estas se comunican a través de nuestros cuerpos.

Conocer cómo operamos

Los humanos dedicamos poco tiempo, si es que dedicamos alguno, a comprender cómo funcionamos. Nos duele el cuerpo y tomamos pastillas para eliminar el malestar. Tenemos pensamientos perturbadores y tomamos pastillas para evitarlos o adormecerlos. Frente a los problemas nos escapamos de las sensaciones que esas situaciones incómodas nos provocan obsesionándonos con actividades o consumiendo para no confrontar la realidad.

La cultura predominante enseña que el estado ideal es la felicidad y el concepto que vende está asociado con el consumo de cosas y experiencias; y para obtenerlas se requiere dinero. Un concepto superficial y limitado, que consigue una excitación momentánea que deja un vacío que solo se llena con más obsesión y consumo.

Las personas somos multidimensionales e interpretamos el mundo desde nuestros particulares marcos de pensamiento que fueron adquiridos durante la niñez y que rara vez son cuestionados y actualizados

Poseemos un amplio rango de emociones que van desde las que nos permiten experimentar realización y nos indican que estamos haciendo lo correcto; hasta las más fuertes y complejas, como el enojo y la ansiedad, que tienen un rol fundamental al obligarnos a detenernos y ver de frente esas situaciones o decisiones que son contrarias a nuestros valores centrales, o que nos piden poner límites a otras personas, incluso a nosotros mismos.

Además nuestro cuerpo, que es un sistema de navegación como un GPS, nos facilita experimentar el entorno y a nosotros mismos. Lamentablemente en lugar de escucharlo y prestarle atención lo ignoramos o mutilamos.

Centros de procesamiento en la comunicación

Poseemos 3 centros de procesamiento críticos – el cerebro, el corazón y el estómago- que están íntimamente relacionados a través de conexiones nerviosas y señales hormonales que se influyen y comunican constantemente entre ellos, la mayoría de las veces sin que seamos plenamente conscientes.

Y es precisamente en esta interconexión del sistema mente-cuerpo-emociones donde se bloquea o desbloquea la comunicación, porque al no conocernos íntimamente se hace difícil gestionarnos a nivel personal y con nuestras relaciones del tipo que sean.

Las personas requerimos reconocer, aceptar y honrar nuestra multidimensionalidad; y para hacerlo es necesario actuar intencionalmente, dedicando tiempo a esta tarea y, sobre todo, permanecer con la incomodidad que algunos pensamientos, emociones y sensaciones nos producen. No dudo que existan personas que verdaderamente requieren medicarse para funcionar en la vida, pero también sé que medicación y terapias de auto conocimiento son complementarias y muy beneficiosas.

Auto descubrimiento

Conocernos íntimamente es un viaje de descubrimiento y de amor personal que todo individuo debería regalarse. Es importante conocer y utilizar herramientas que faciliten el establecer una relación profunda consigo mismo para presentarse ante los desafíos y oportunidades de formas constructivas.

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