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Está bien sentir
Nadina Rivas
marzo 16, 2011

Atardecer en el Centro Espacial Kennedy por Tia Grant

Me recomendaron el libro “Sanando a través de las emociones negativas, la sabiduría de la tristeza, el miedo y la desesperación” (Healing Trough the Dark Emotions: The Wisdom of Grief, Fear and Despair) de Miriam Greenspan. Leyendo los contenidos, la autora explica cómo los métodos de “sanación emocional” se están utilizando cada vez más debido a que la neurociencia ha demostrado científicamente la mejora en la vida de las personas que han practicado la sanación a través de las emociones.

Crecemos creyendo que la mente es lo más importante y nos negamos el valor que las emociones tienen en nuestra vida.

Conversando con mi amiga Marielena, psicóloga, me explicaba que las personas no sabemos cómo manejar nuestras emociones, porque de niños nos dijeron que estaba mal sentirse triste o llorar y debíamos reprimir esa emoción porque era considerada un signo de debilidad.

También señaló que las emociones no deberían tener un calificativo, no son ni buenas ni malas, simplemente SON y están ahí para sentirse y experimentarse. Ellas son un llamado de nuestro cuerpo emocional para decirnos que algo sucede. Una pérdida de un ser querido o de una relación, también de un trabajo o una época de la vida que llega a su fin.

Es más sano sentir, porque al reprimir solamente estamos guardando emociones que se acumularán y en algún momento esa acumulación será insostenible y se convertirá en una enfermedad mental o física.

En estos tiempos de tanta tragedia, ¿por qué sería malo llorar por el desastre en Japón o sentirnos tristes y decaídos por nuestro propio país y su gente? Habría que dar espacio a experimentar cualquier emoción que estos sucesos nos provoquen, porque es natural sentirse mal.

“Está bien sentir. Eso significa que estamos vivos”, me aclaró Marielena.

Greenspan, indica en su libro, que debemos honrar tres emociones básicas: tristeza, miedo y desesperanza. Mi amiga agrega el enojo o la ira. Honrarlas, es reconocerlas, aceptarlas y sentirlas. Darles su tiempo para expresarse. Esto es lo que en psicología se conoce como “duelo”. Cualquier pérdida debería tener su propio proceso de sanación.

Si suprimimos las emociones creyendo que negándolas estas desaparecerán, sólo estamos provocándonos enfermedades futuras, indica Greenspan. Si no experimentamos la tristeza esta puede convertirse en depresión, ansiedad o adicciones. Negar el miedo lleva a emitir juicios irracionales, rabia y violencia. Y no reconocer adecuadamente que podemos sentirnos sin esperanzas, nos llevaría a cometer actos destructivos hacia nosotros mismos o quienes nos rodean, explica la autora.

He tenido mi propio proceso psicológico y por experiencia creo que encontrar un buen terapeuta y enfrentar con valentía y compromiso nuestros “temas” es de lo más sanador para cualquier ser humano. Marielena dice que las emociones “bien gestionadas no sólo nos sanan, sino que también tienen el potencial enorme de transformarnos… de hacernos crecer emocionalmente”.

Y en estos tiempos en donde existe tanta tragedia a nuestro alrededor y podemos llegar a sentirnos tristes y desesperanzados; es importante detenerse, honrar ese sentimiento, indagar un poco más y experimentarlo sin ponerle mente. Sólo sintiéndolo, dejar escapar lágrimas y esperar a que esa tristeza nos hable.

¿Confías o desconfías?

¿Sueles confiar en las personas con las que te relacionas? O ¿has sufrido muchas decepciones en el pasado y decidiste clausurar la habitación donde habita la confianza? En mi caso siento que, por...

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